jueves, 27 de febrero de 2014

Pan para las larvas - Canciones de CONSCIENCIA (1)

Al igual que hice con la mayoría de las canciones de "Andrés Sudón vive", voy a comenzar a contar los pormenores que pueda de las canciones de mi nuevo disco, "Consciencia". Algunas canciones son demasiado nuevas como para que mi perspectiva me permita hablar de ellas con todo lujo de detalles, por eso he creído conveniente comenzar a hablar por las canciones más antiguas. La mayoría de los temas de "Consciencia" los he compuesto en los últimos cuatro años, pero hay canciones como Pan para las larvas que ya cumplen la década. Tenía muchas ganas de grabarla. No pudo formar parte de discos anteriores, a pesar de que la he grabado varias veces, y de que es una de las que siempre canto en mis conciertos. El resultado de esas grabaciones no me convenció, porque creía que esta canción merecía una producción elaborada. En "Consciencia" ha quedado tal y como siempre me la he imaginado, gracias a la pericia de Antonio de Pinto, productor del álbum, que supo entender y crear su entorno más adecuado. Después hablaré de su grabación y de las maravillosas personas y grandes músicos que han participado en ella, primero voy a lo más divertido: su gestación.

La compuse en 2003, en una de esas noches en las que que una idea en la cabeza te hace levantarte de la cama y gozar de escribir inspirado. Había soñado con la persona de la que me separé cuando mi alma empezó a dar vueltas como un torbellino. Era un sueño recurrente, ya que estaba obsesionado con haberla perdido para marcharme a la aventura de ser yo, a pesar de seguir enamorados. Mis sueños con ella solían ser incómodas pesadillas leves en las que me pedía auxilio mientras me rechazaba, a la vez que yo quería consolarla y salir corriendo. En el sueño que tuve la noche que compuse Pan para las larvas, mi sueño fue dulce y hermoso, ella estaba radiante saliendo del Alcaraván, yo tomaba un café y la seguía. Lo demás lo cuenta la literatura:

Joder,
sales andando del Alcaraván,
café sin espuma y la luna naranja.
Ablandas las calles y los monumentos,
se nota que ríes por dentro, por la luz.
Y tu moreno azul peina el aire.

Las bisagras de mi tapa
gritan como sopranas,
ya conocía ese azul
pero a ti te sienta naranja. 

En mis canciones, ciertos colores tienen un significado concreto. La canción Alma gris está dedicada a la tristeza, Alma azul al amor, y Alma naranja al placer. Los dos últimos versos los hice pensando en alguien que acababa de conocer, sólo verla me recordó a ella en todo. Quizá por eso mi sueño fue diferente y agradable. También hice los siguientes pensando en esa persona que acababa de conocer en la facultad:
Un látigo de ego,
una suma de campanas,
una jaula de manzanas,
quiero callarme y darte un beso.
Anduvimos en un congreso de promiscuidad. 

El último verso sirvió para regresar a la musa con la que había soñado. La que tantas noches me impidió dormir, a la que quería explicar tantas cosas. Aunque lo más importante en ese momento era mirarla, verla, perseguirla, decirle hola y abrazarla hasta el fondo.

Me deshago más que la cama,
hago pan para las larvas,
quiero ir contigo en ascensor.
Qué colores tan amigos
en la gama de tus ojos.
Tararatiero, tiraró.
Turututú.

Tarareo, tiro tiero,
me estoy haciendo joven,
y tengo a
lot of lovers, solo tú eres tú.

Tengo miedo cuando sueño que te oigo hablar,
recítame las matemáticas de esta soledad.
Llevas a juego la voz y los besos.


Sí, en ascensor, y contarle lo aburrido que estaba sin ella, usando un lenguaje surrealista que nos hacía mucha gracia a los dos. Con los siguientes versos pretendía hacerla reír si la canción llegaba a sus oídos, cosa que no sé si ha sucedido:


Ahora cultivo flores con pétalos de vaca
para dejarlas secar en la frontera de Portugal.
Yo aquí me aburro mucho, se ha escapado la pecera,
y este etcétera de cera ya se está descongelando.
Estoy con las oposiciones para ratón.

Me deshago más que la cama,
hago pan para las larvas,
quiero ir contigo en sidecar.
Qué colores tan amigos
en la gama de tus ojos.
Tararatiero, tirorá. 

Quadaba el cílmax del sueño y la despedida. O irme con ella volando, a pesar de que me mordiera. En todo caso tenía que agradecer el encuentro momentáneo con toda la belleza solemne y carnal de esta persona:

Sin más, sales desnuda de La Catedral,
las viejas crispadas te llaman “¡neoclásica!”.
¿Quién quiere una guerra contra la belleza?
¡Que se callen los enemigos de la desnudez,
yo sólo quiero verte en chándal!

Un tren de madrugada repta por toda España
para llegar al lugar que te vio morderme la cara.
Quiero dormir tranquilo, no seas mediterránea
y cógeme la llamada con tu voz de seductora.
Quiero envejecer contigo un par de horas.

Me deshago más que la cama,
hago pan para las larvas,
quiero ir contigo en ruiseñor.
Qué colores tan amigos
en la gama de tus ojos.
Tararatiero, tiraró.


La estructura de la canción está al servicio de la letra, y es igual de impredecible; la canción nació así, y así se ha quedado. No he cambiado ni una coma desde que la compuse, desde esa noche, tras un sueño, en la que también soñé con una producción tan cuidada. Es por eso no la he puesto en un disco hasta ahora. La hemos grabado, como el resto de "Consciencia", en "En mi rincón", estudio de su productor, Antonio de Pinto, quien ha hecho las programaciones que sustentan la canción, tras investigar muchas opciones. Estábamos de acuerdo en que la canción pedía un bajo virtuoso, de modo que lo tocó Albert Anguela, con quien he comenzado a trabajar en este disco y a quien celebro haber conocido. Espero tocar mucho con él. Tanto como he tocado con Alberto Navales y Óscar Martín, guitarrista y violonchelista respectivamente. Ellos estaban durmiendo en la misma casa la noche en la que compuse la canción, fueron los primeros en escucharla. La hemos tocado miles de veces, de muchas formas distintas. Esta me resulta elegante y divertida. Pero para que además fuera dicharachera, alegre, pude contar con la colaboración de tres cantautores andaluces que me trasmiten buen rollo en sus conciertos, Dani Fernán, Álvaro Laguna y Petete, quienes tenían un trío llamado "Los tres en raya". Para más autenticidad, grabaron su parte en Sevilla, en el estudio de Laguna. Cuando regresé a Madrid hace unos años, les vi en directo, entendiendo que yo necesitaba recuperar algo de lo que ellos transmiten, volver a ser majo, o algo así.

Ya por fin está publicada, ha sucedido que ha ido a caer en un disco titulado "Consciencia". Ya que en ella está el espíritu del disco: se obvian rencores, se busca la belleza en todos los sentidos, se habla de un amor alejado de los códigos morales obsoletos con los que aún convivimos. Y contiene en grandes dósis ese surrealismo del que tanto disfruto. Si no ha sucedido todavía, me gustaría que llegara a su musa como un espejo que le muestra una imagen universal y atemporal de ella. También me encantaría que en los próximos conciertos (Salamanca y Madrid)todo el mundo dijera "¡neoclásica!".