Este fin de semana he hecho una mini gira que me ha hecho recordar aquellos tiempos en los que me recorría la península con apenas dieciocho años. Veinte años después, sigue siendo enriquecedor y muy cansado viajar con la guitarra de ciudad en ciudad. Más vale que me acostumbre, porque ya uno de mis objetivos este curso es hacer esto siempre que pueda.
Comencé el jueves haciendo sesión doble en La Fídula, Madrid, donde toco todos los jueves a las ocho en punto de la tarde. Estaba animado soñando con mi mini gira y me animé a hacer sesión doble. Entre medias de mis dos conciertos tocó Gabriel El Vidanauta, quien me dejó el escenario vibrante para mi segunda sesión. Tengo suerte de poder hacer estos conciertos semanales, gracias a esto me siento en forma y sacio mi adicción a la escena. Además tengo la oportunidad de cantar para personas que nunca me han escuchado, porque pasan por la calle, entran y se quedan. Eso es también lo mejor de salir de la ciudad donde vivo, poder tocar para un público nuevo para mí.
El viernes viajé a Segovia, donde me recogió Sergio Artero para llevarme a La Granja de San Ildefonso, donde iba a tocar acompañando a la poeta Marifé Santiago en la Librería Ícaro. El evento comenzó con Marifé leyendo su verso libre y sobrecogido por las catástrofes de Holocausto, algo que no viene mal recordar en estos tiempos de refugiados y guerras emergentes. Después de ella yo tuve mi media hora para cantar y recitar (ya que estaba en una librería...). Sentí la conexión con el público, y agradecí que se llevaran mi disco y mi libro algunas de las personas con las que, a pelo, compartí mis humildes creaciones. Otra de las cosas buenas de viajar para tocar, es que comes delicioso y conoces a gente muy interesante. Esa noche cené sentado frente al pintor Amadeo Olmos, que me enseñó su obra con el móvil y me encantó. Espero ir pronto a su estudio en Segovia para conocer en persona sus pinturas de contrastes imposibles.
El sábado viajé a Valladolid para participar en la primera edición del festival "Melodía de Versos", organizado por las resueltas Irene y Sandra, quienes, sin más apoyo que el de algunos amigos generosos, han montado todo un festival en tres salas, durante dos días en los que no han parado. A pesar de que éramos muchos artistas, yo he sentido que me trataron como a un rey. En todo momento estuvieron pendientes de las necesidades de cada artista, y lograron mover a un público que necesita que en su ciudad haya más ambiente artístico. De nuevo sentí la conexión con un público nuevo para mí. Esa conexión es todo lo que busca un artista, es lo que da y lo que recibe.
Tocando en La Piel del Oso, en el festival "Melodía de versos" |
Terminé la aventura cansado del cuerpo y del alma, pero hoy me he levantado con gran energía, con ganas de buscar más lugares a los que viajar para mostrar mis cosas. Estoy muy agradecido a Segio Artero y a Irene y Sandra por llamarme para participar en lo que organizan, de otro modo no habría salido de Madrid. Ahora ya estoy deseando volver a la carretera.
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