Puto Poema
I
He olvidado el ocaso sin querer,
estaba despistado mirándome las pelotas.
Qué descuidado poeta,
qué onanista,
que hijo de puta.
II
Si
tus ojitos fueran aceitunitas verdes
serías más rara que hostia,
me daría miedo hablar contigo.
Sin embargo eres lisa y casi castiza,
comprometedora, real y volatriz.
Que qué opino yo del amor:
lo mismo que los policías de la
delincuencia.
Si no existiera el amor, sería civil,
apenas sería azul,
iría a clase todos los días,
me preocuparía por las cuestiones
y comprendería los argumentos.
III
Hay que ser ordenado,
pequeño imbécil,
tienes que coger tu cerebro,
trocearlo, pulir todas las aristas
y meterlo en equis cajas.
Hay que ser calzoncillista,
perro enano,
hay que disimular la simpleza del pene,
hay que eyacular a escondidas,
que no te vean los demás animales,
no sea que les entren ganas de
tragárselo.
Hay que tal y que cual y su puta madre,
pero nadie te regala un minuto de sangre
fresca
sin exigirte a cambio una
cantidad-calidad de alma.
En resumen, somos todos unos hijos de
puta.
IV
Un momento.
Me acuerdo de cuando era un pequeño adán,
qué vida tan simpática:
ésta no es Eva,
ésta tampoco, esta tampoco, esta tampoco,
tampoco ésta. Sigamos buscando;
éste no es Dios, ésta tampoco,
tampoco yo. Sigamos buscando pues.
Ahora soy un entregado platón
intentando explicar a los cristianos
en qué ha consistido el plagio.
V
Iríamos sólo a los sitios que nos gustan,
dudaríamos sólo de las convicciones
propias…
Qué pena, por cierto, que haya muerto
tanta gente interesante
en la guerra civil.
VI
Sólo me queda soñar que sudo sobre la
playa,
que tengo domingos por la mañana en el
estómago,
que una brisa de paella me despeina el
pubis.
Camino con mis zapatillas blancas
por el paseo fluvial sembrado de caras,
muchas tetas geométricas, me han llenado
de agua.
VII
Si no escribieras nada qué más daría,
leí en la lápida azul del aire,
yo también tengo muertos en las axilas
como aquellos que prometieron la
democracia.
Algunas cosas bien y otras tan mal…,
Eco en el boulevard de la tranquilidad.
Estribillo y caca seca,
remos y arena,
perros y ganas,
gracias y hasta luego.
IX
¡Espere, señora,
se ha dejado aquí los chorizos,
las rosas y los espermatozoides!
Qué señoras son a veces las personas.
¡Señora, que se ha dejado usted aquí la
idiotez!
Llévese, señora,
toda esa propaganda de la mentira
y déjeme violarla en privado. Prometo no
existir.
Pero todas las circunstancias fueron
climáticas
y los abdominales se me irán
desdibujando.
X
Nada más
de momento,
gracias.
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