viernes, 2 de noviembre de 2012

5 de noviembre en Libertad 8

Tengo medio abandonado este blog, quizá me ocupe de demasiadas cosas y me olvide un poco de mí. El impulso de hacerlo fue por el comienzo de la grabación del nuevo disco, luego pensé que sería bueno contar aquí mis cosas, pero hace semanas que no entro por aquí. Por cierto, ¿hay alguien ahí? Seguro que sí, siento que se me escucha teclear. Vuelvo, pues, aquí para hablar de mi próximo concierto que será este lunes, de paso aprovecho para hacer balance de los dos últimos.

Ilustración de Andrea Mazas, hecha, creo, en 2005

En primer lugar voy a hablar un poco del concierto en el café Galdós del 28 de Septiembre. Como suele ser habitual, estuve obsesionado con este concierto mucho tiempo. Quizá un poco más que habitualmente. Volvía a tocar con Alberto Navales después un año sin subirnos juntos a un escenario, y aproveché para hacer un repertorio especial. Para empezar recuperé canciones de "Andrés Sudón vive" que hacía mucho que no tocaba, con la intención de despedirme de ellas, ya que en lo sucesivo tocaremos más las canciones del disco que estamos grabando. También añadimos nuevas canciones y nuevos arreglos de viejas canciones. Tanto el repertorio como el orden en el que lo interpretamos, fue minuciosamente pensado para crear una atmósfera concreta. Creo que lo logramos.  Bueno, lo logramos tanto que me rallé infinito;. al terminar el concierto, recogí mis cosas, apuré la copa y me largué a casa en un taxi mirando afectado por la ventanilla. Ese día llovió una lluvia amarilla y fea, fue el primero del otoño, un día como de muerte. Y la verdad es que ese día murieron canciones y formas que dejarán paso a lo que nazca.

Alberto Navales y yo el 28 de Septiembre de 2012 en el Café Galdós

No viene mal tener una dura crisis de vez en cuando, después de la horrible sensación que me dejó este concierto, pasé dos semana también obsesionado con el siguiente, que fue el 12 de Octubre en el Dog&Roll. Si en el del Galdós estuve acompañado por la guitarra de Alberto Navales, en este me acompañó el violonchelo de Óscar Martín. Fueron dos conciertos muy diferentes, tanto de repertorio como de actitud. Como era el día de hispanidad (fiesta en la que celebramos la construcción de un país a base de hostias, para lo cual sacamos a nuestro ejército a la calle), se me ocurrió celebrar el día de la naturalidad. Hay que evolucionar. Y esa fue la clave, la naturalidad. Para empezar tocamos desenchufados, lo cual provoca un rico silencio, a pesar de que la salita estaba repleta. Lo disfruté mucho, me resarcí de la desazón que me envolvió un par de semanas antes en el escenario del Galdós. Me vino tan bien este concierto, que al día siguiente me compré unos patines.

Óscar Martín y yo en el Dog&Roll el 12 de Octubre de 2012

Y ahora viene mi concierto de Noviembre en Madrid, este lunes, día 5 en el Libertad 8, el templo de la canción de autor. Esta vez estaré yo solo en el escenario. Físicamente solo, porque me acompañarán mis fantasmas, mis deseos, mis saudades, mis amores, mis dolores... Siempre vamos casi todos juntos a los conciertos, he convocado a todo lo que soy, espero no faltar. Aún tengo que retocar el repertorio, pero ya adelanto que voy a hacer un par de versiones que estos días estoy tocando mucho. La verdad es que mola que te guste una canción y poder tocarla y cantarla. Resalto esto, porque hacía mucho que no me estremecían las canciones que escuchaba, pero ahora que estoy grabando el disco, se ha disparado mi sensibilidad. a veces hasta tengo un leve impulso de expulsar una pequeña lágrima. Cuánto me gustaría llorar a cántaros. Espero no hacerlo en un escenario, aunque sienta las ganas. Os dejo aquí una canción que uso como declaración de intenciones, en ella invito a que se entre en mis ojos, a entrar en la canción y asumir la comandancia de mi re-evolución mental. Gracias a todos por estar ahí. Nos vemos el lunes.


2 comentarios:

  1. Alguien azul te escucha teclear

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  2. Tal vez aún deberías venir a Salamanca como un fantasma para decirnos que prefieres vivir, para llorarnos que habrá que vivir, de verdad. Y así, con naturalidad, acabar bebiendo de tu concierto de primaveras en pleno otoño.

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