lunes, 14 de octubre de 2013

Ternura macarra - Despedida de "Andrés Sudón vive" (7)

Ternura macarra by Andrés Sudón on Grooveshark

El sábado 19 de Octubre de 2013 hice un concierto de despedida del disco "Andrés Sudón vive". Y se me ha ocurrido hacer aquí un comentario de cada canción. No es fácil hablar de las canciones, uno las hace para que hablen por sí mismas. Pero con el tiempo tengo un perspectiva que me permite contar sus pormenores, tanto los de su creación como los de la trascendencia que han tenido en mi vida.

A los doce años un amigo con el que tocaba la guitarra me dejó un método para aprender blues, un libro con el que estuve estudiando un tiempo. Este amigo también me enseñaba y tocaba conmigo. El blues me pareció algo magnífico, comencé a escuchar la música que me dejaba, a empaparme de ese espíritu y a aprenderme los acordes, los ritmos y las escalas. Hasta me compré una armónica y unas botas de punta. Con el blues me sucedió como con los callos con chorizo, de tanto consumirlo me empalagué. Cuando había pasado la tercera vuelta de la canción, ya estaba aburrido. Entonces descubrí el jazz. Escucharlo me mareaba, me ponía muy nervioso, el jazz era imprevisible, hasta me reía escuchándolo. Entonces, me empeñé en alejarme del blues. Lo conocía bien, y lo evitaba en mis composiciones, me daba la impresión de que estaba muy manido, en realidad no me gustaba nada. Al igual que el rocanrol. Después de haber disfrutado muchísimo escuchando sin cesar a Jimi Hendrix, Chuck Berry, y todos los vinilos que cayeron en mis manos y devoré, pasé una larga época de rechazo. Ahora no me sucede. Fue como un mecanismo para filtrar el blues que había invadido el mundo de la canción. Tampoco lo logré, porque es muy difícil no incluir en una composición elementos propios del blues, pero hacerlo fue un ejercicio con el que aprendí mucho.

En la época en la que compuse Ternura macarra, en el año 2005, yo estaba pasando una nueva crisis creativa. Llamo crisis creativa a sentir que lo que hago no me satisface, pensar que necesito dar un paso más, quizá abandonar algún hábito o manía. Algo en mí trabajo necesitaba algo más de algo. Era una sensación sin respuestas. Yo seguía componiendo sin cesar. Hay docenas de canciones que he compuesto y perdido por completo por haber nacido muertas. Componer Ternura macarra fue un hito, un antes y un después. El rocanrol me liberó de mí. Es una de las canciones que más inspirado he escrito. 

En aquella época comencé a trabajar en una sala de actividades culturales en Lavapiés. Allí había una camarera algunos días que estaba buenísima. A primera vista era perfecta, sus curvas se llevaban a todos los ojos hacia ellas, incluidos los míos, que la miraba con neandertalidad. Crucé alguna palabra con ella, su forma de hablar me resultó sensual, pero no me suelo interesar por esas simples dotes. Un día alguien me dijo que era cantautora, "como tú", me dijo con rintintín. Yo me reí y le dije que sería cantautora, pero no como yo. Me acerqué a ella para interrogarla. Efectivamente era cantautora. Yo llevaba mi guitarra y le propuse que nos cantáramos mutuamente. Canté yo primero, y me dijo que le había parecido una canción inteligente y muy buena. Yo pensé que cómo se atrevía a decirme eso. Quería escucharla y le pasé la guitarra. Tocaba normal, pero cuando empezó a cantar su voz me impactó, qué maravilla de timbre, y qué control. Luego me fui dando cuanta de que la canción era una pasada, muy bien construida, una composición muy atractiva, como ella. Seguimos cantando y hablando, en un momento dado me enseño sus poemas. Impresionantes. Le pregunté que por qué actuaba así, como si fuera alguien superficial. Me dijo que así le iba mejor.

Claro, llegué a casa con un tremendo calentón de cuerpo y alma. Me puse a escribir. Ya tenía varias frases que puse sobre una música cualquiera. De pronto me di cuenta de que lo que yo solía hacer con la música, no me servía para esta canción. Esta chica sólo podía ser retratada a base de blues, o de pasodoble, de algo clásico, simple y contundente. Hice pues mi primer blues-pasodoble, la mezcla perfecta para esta musa. La hice muy rápido, inspirado por estar escuchando en esos días el disco que acababa de salir de Sabina. Antes era inspirador un nuevo disco de Sabina. Rezo porque vuelva a serlo.

La cantautora en cuestión ha seguido trabajando duro con su carrera, ha hecho cosas que me encantan, y otras que no me encantan pero que valoro como muy bien hechas. Admiro su talento y su trabajo. Se llama Silvina Magari, y es una de las personas con las que mejor me lo he pasado hablando y debatiendo sobre música, así como cantándonos nuestras canciones. Lo que nunca hicimos fue lo que propone la canción:



En tu cara hay cien gramos de aceitunas
y dos quilos de margaritas rojas
tu podrías ponerme tiritas
a puñetazos en la boca

Seguro que eres morena
y que tus pechos acaban en la luna
y que entre tus piernas hay
un diccionario de dudas
 
Quiero hacer cárate contigo
desnudos bajo el ocaso
contigo que naces si cesar
entre Fuenlabrada y distrito federal

Quién fuera el motor de tu vespino
o el ecualizador de tu guitarra
quién fuera la sangre de tu ternura macarra


Ya ves, me he decidido
nunca había escrito un blues
pero tu belleza no va con mi estilo
y hace años que mi alma es azul

Quiero deshojarte y lavarte el pelo
y llevarte a la playa en furgoneta
quiero desatarte, penetrarte y releer tus poemas

Quien fuera el motor de tu vespino
o el ecualizador de tu guitarra
quien fuera la sangre de tu ternura macarra

  
En tu cara hay una lluvia tranquila
y una cajita de fresas

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